Jorge Gambetta (jorgam)
Fue usted su señoría, con su justicia infalible
que empuñó la pistola que segó una nueva vida,
usted y el cobarde sabían, que al dejarle en libertad
pronto se iba a vengar con su peor felonía,
usted vio señor juez, el rostro de María
cuando con la policía llegó para declarar,
le contó con claridad, cada tormento sufrido,
detalló como el marido, después de la paliza,
arrancándole la ropa y limpiándole la sangre
la violó sin compasión por el resto de la tarde,
ella le dijo en su llanto, que su trato era común
y se cansó de implorarle el cabal procesamiento,
pero usted y su argumento de disputas maritales
con los códigos legales como toda explicación,
resolvió la situación con carátula repetida:
“procesado sin prisión”, sentenció en el documento,
y la vida de María a su poca suerte echó,
tras la lógica parada, en aquel bar de la esquina
el ahora homicida, envalentonado en alcohol
llegó antes que su esposa a la trágica pensión,
cuando llegó la esperaba, con una copa servida
y en una mano tenía la pistola preparada,
señor juez no diga nada, y menos diga “lo lamento”
si cuando tuvo su momento para salvar a María
procedió con sangre fría, según el procedimiento.