jorge canales

LA MUERTE ES MENTIRA

El antialiento es un sendero infinitamente permanente.
Inicia desde que el polen se vacía en el pistilo.
Camina durante el exilio del primordio desde el húmedo vientre
hasta el rostro del sol.
El camino de la muerte marcha
con el despojo de la tibieza del pezón
y cuando la falda se queda sin mano al andar.
Allí va con el abrazo y despedida del cuaderno
y el desgaste del lino de la camisa y del pantalón.
Con cada cumpleaños... y cada noche que llegan y se van
los búhos y su gorjear.
La muerte avanza imponente con el triunfo del corazón
al conquistar el beso y con la noche en que nuestros sueños
se convierten en más de dos. Con la marchites de la flor que cae,

con el viento que no es el mismo
y con la verdad que negamos al renegar.
Allí va con las canas de nuestro pensamiento y con la fatiga
en nuestras pupilas y la sonrisa inmensamente triste.
Con la miel que detesta nuestros labios y los pasos que nos  desconocen y
con las noches de inclemente claridad.
Acompaña nuestros genes que deciden silencio junto a nuestra voz sin
respiración y las letras que se visten de inevitable epitafio
Con la tierra que sale a nuestro encuentro en complicidad
con el tiempo que nos convierte olvido.
Pero ante el éxito que enorgullece a la muerte
nuestro magnesio de la clorofila vuelve verde la hoja,
arco iris la flor y su néctar se convierte mariposa, abeja o ruiseñor cuyo
vuelo confirma que :
La muerte… no es verdad