Disfrutando el oleaje
del mar agitado y bravío,
con despeinado pelaje
mostraba el corcel sus bríos.
alzó hacia arriba su mirada
y vio estrellas en el cielo,
quiso de pronto alcanzarlas
para sentir sus destellos.
De pronto comenzó a correr
en afanosa persecución,
sus patas tenían el poder
de un extraño ciclón.
Pero fue inútil el intento,
lleno de cansancio y resignación
no pudo llegar al firmamento
y eso le causaba dolor.
De pronto volvió a mirar
y las estrellas y planetas
parecían comentar:
¡Oh pobre bestia!
Y el caballo escuchando aquello
emprendió de nuevo su carrera
y pudo por fin llegar al cielo
para jugar con las estrellas.
Y allá por siempre se quedó
cumpliendo el sueño grandioso,
creando su propia constelación
en el universo luminoso.
Autor: Alejandro J. Díaz Valero
Derechos Registrados
Bajo el Nro. 55620114
Maracaibo Venezuela.