Así, cómplices,
amantes de miradas
de caricias y silencios,
inmensos y desconocidos del
exacto próximo segundo,
de color extraño e intenso
perceptible sólo para el corazón,
fundidos en esa brisa dulce que
besa los árboles,
cómplices,
así el fresco manantial de esta
palabra llamada AMOR.
¡Acúdeme!,
tengo mis manos cargadas de tinta,
tengo un poema.
Esta mañana asomó en mi ventana un aroma,
un pétalo me despertó con ganas de cambiar,
aspiré su perfume,
amé su azul ajeno,
sentí besos, miles de besos como
una voz en el alma,
y aunque el tiempo no cuenta sentí
la presencia,
¡TÚ me haces falta!,
¡TÚ me desvelas,
te alojas en los huecos de mis yemas,
te abres abriéndome,
te abandonas y entregas!
Cómplices,
serenos de un mundo que como una gota
de lluvia cae sin más en una rosa,
un amanecer imaginado por los labios,
rostros sumergidos en la vida
volviéndose mariposa,
recorriendo los cuerpos hasta
hacernos sentir, hasta decir ...
¡cuida de mí!,
¡cuido de ti!
En mis ojos abiertos acumulo los sueños,
como tus brazos tan amados rodeando mi cintura,
o mi cabeza en tu pecho,
o una canción para dos, por cierto,
¿aún ruedan mis besos en tus mejillas?,
¿todavía el cielo se colma de dicha cuando
te invade mi recuerdo?
Tengo un poema,
un poema que acude a mí como un incendio,
infinito, abierto,
un paisaje que talla hasta el hastío tu nombre,
tu nombre que recojo y con ansias coloco en su lugar,
donde es tenue la esencia,
donde las tardes se juran amor eterno frente al mar,
donde la vida a veces regala lágrimas,
donde jamás te podré olvidar.
Tengo un poema y no es casual,
hoy amanecí y no me dejaste excusa,
TÚ, mi musa y me desnudas,
TÚ, mientras mi voz sin voz te estaba llamando.
T de S
MRGC
Namaste