Hay que ubicarse en los intersticios
de esta elástica realidad que punza
nada debe estar bien
edulcorados por la rutina
no somos más que hojas en otoño
plumas en un mar con ventisqueros.
Liberarme quiero de una buena vez
de lo que sembraron, no sin culpa,
mis ancestros en mis membranas
tibias y acuosas, recién nacidas
al temor, la nostalgia, al misterio.
Aún me muevo a gatas
lejos estoy de ser un hombre
pues no se leer la realidad
los mitos me han regalado espejos
hasta que no me desprenda y me parta
pues temo al grito primigenio
aquel que me han enseñado a ocultar
temo a la vergüenza de que vean
mis sucios y desnudos pensamientos
tan etéreos, pero llenos de cimientos y semillas.
Pero sé que llegará la noche
y debo madurar antes que el polvo
deje su necia huella sobre mis huesos
por ahora solo empezaré diciendo:
Señor, ya no creo en tus misterios.