Amigo tú estás casado, y hasta tienes unos hijos,
trabajas todos los días y dicen que eres honrado,
los domingos vas a misa y a la tarde al partido,
tus parientes y amigos te tienen por divertido;
aunque te acusan que, a veces, en los tragos te has pasado.
No es que rías muy seguido, no es que seas muy alegre
(sólo en las fiestas lo tratas), tu mujer sabe que agrio
es tu carácter a diario, por momentos ni le hablas
y a los niños maltratas.
Eres como son muchos en la América Morena:
sin mucha cultura, amigo en las malas y las buenas,
miras bastante la tele si de deportes se trata,
hablas poco, y esto es: para no “meter la pata”.
Tu vida estás transitando como si nada pasara,
¿Será verdad lo que muestras, o es que habrá algo más
tras tu opaca mirada?, ¿será que algo está pasando...
y no que “no pasa nada”?
A veces, cuando te veo con la mirada extraviada
y brillantean tus ojos en una copa apurada,
adivino que a unos ojos está mirando tu alma,
que en el pasado quedaron y que no has olvidado.
¿Será verdad esa historia que una vez me contaron,
que tuviste una novia, con la que mucho se amaron,
pero culpa de un “desliz” que ella tuvo, terminaron...
y porque no perdonaste: la historia que comenzaron
quedó sin final feliz?
Aunque pasó mucho tiempo, me parece, no olvidaste,
sino que quedaste, para siempre, marcado;
yo sé muy bien qué se siente cuando se es traicionado...
¡Eso: ¿A quién no le ha pasado?!
Probablemente de a ratos te estés haciendo preguntas:
¿Por qué, aunque ha pasado el tiempo,
no logras, largos momentos, lo que pasó, olvidar...?
sino que, por el contrario, todo se mantiene fresco,
¡acabando de pasar!
Yo sé que te recriminas porque no le perdonaste
(siempre es así en este caso); el hecho de que en otros brazos
estuvo quien más amamos, es difícil perdonar;
pero después de pasar todo el tiempo que ha pasado
sin poderla olvidar... ¡cuanto mejor hubiera sido
si lo hubieras conseguido!
Ahora, la que tú amabas: ¡Duerme siempre en otros brazos!
...¿De qué te sirvió el orgullo?, ¿qué cosa fue tu honor?...
¿qué es lo que te gusta más: la vergüenza… o el dolor?
Porque no le perdonaste que una vez lo hizo con otro
es que, ahora, muchas veces: ¡Con otro es que lo hace!
...Contigo todo acabó, y aunque, tal vez, aún te ame:
Tu orgullo, ¿de qué sirvió?
Cuéntame ahora tus días, ¿valen la pena vivirlos?
y: casándote con otra, ¿qué quisiste demostrar?...
¿que la habías olvidado?... ¡¿A quiénes vas a engañar?!
¡Cómo se ahoga en tu pecho ese sollozo aguantado,
cuando al estar acostado sientes el aire faltar!
Pero estás equivocado, lo que te falta es ella...
y a la que tienes al lado: ¡Nunca conseguiste amar!
¡Cuán horrible es tu pecado!, ¡cuán amargo tu vivir!,
¡qué distinto hubiera sido toda tu historia, amigo,
si la hubieras perdonado!... si lo hubieras soportado...
¡cuánto ella te habría amado!... y, después del día aquél,
y por tu amor demostrado: ¡Nunca más te sería infiel...!
Si todo esto perdiste... ¡Sólo por tu culpa fue!
Pasará día tras día, noche tras noche, tu vida,
en esa cruel agonía de un pasado tan presente,
desligado de tu gente, ausente y transmutado,
enredado en tu rutina, y con un anhelo inconsciente:
¡Encontrarla de repente, al doblar cualquier esquina!
¿Y qué dirías entonces?... Ya no es tiempo de perdón,
sólo sería un papelón si le quisieras hablar;
verás, la dejarás pasar, esquivarás su mirada,
y como si nada pasara... lentamente... ¡seguirás!