Siendo niños:
Invisible escudo repelía el odio,
cabía el juego, no había cupo al mal,
nube negra el rencor de otro cielo era,
la risa unida a la boca venía
y los ojos llameaban alegría.
Visto el mar por vez primera,
resultaba gran descubrimiento,
con fantasía se alcanzaba la otra costa,
después, se lograba el universo entero.
más no se pensaba en la muerte,
pues apenas se venía al mundo;
Y el paseo al monte era plan de días,
la fresca llovizna sustituía al sudor
para caer luego al lecho rendido
donde el sueño era premio del entero esfuerzo.
El trompo, la canica, herramientas de desafío,
la segunda familia, aquellos amigos,
y el mayor logro, ser feliz en esa vida.
Se corría por las calles,
pues la inocencia también es locura,
y esos locos tras de otros, antaño
Los fueron por igual almas dichosas.
Por eso,
el sol de agosto daba risa,
el frío de enero no imponía soledad a las calles,
el viento era tiempo de cometas
y los días enteros se marcaban de inocencia.
Sin embargo; al paso de los años
al niño lo convertía en hombre,
aquel que se adentró en la vida y ya no era niño,
castigando, golpeando, por no entender el mundo;
así es como el niño real, se torna interno.