(Managua, 25 de enero de 2014)
Amada amante, amada mía.
No logran mis manos alcanzarte,
ni mis ojos a mirarte.
No rozan mis dedos tu carne,
para erizar tu piel,
ni mis labios besarte y
poner en los tuyos la miel.
Pero este deseo mío viaja por el espacio hasta mi sur y
llega hasta ti.
Te envuelve en el éxtasis que embriaga a los amantes
en cada encuentro.
Es este deseo mío y es ese deseo tuyo,
los que se juntan y se funden norte y sur
en un abrazo eterno
que no conoce ni tiempos ni espacios.
Y allí nos amamos, allí sorbemos
de la copa rebosante de placer y dicha.
Allí nos cubre la noche que se hace cómplice
de nuestro amor furtivo.
Pero, nuestras ansias no conocen de trabas,
se buscan, se encuentran y se vuelven a besar.
Nuestras almas se tocan con los dedos del amor
y la ternura y encuentran en la otra,
la parte que faltaba...y ya están completas.
Nos amamos a distancia amor, y
eso nadie nos lo puede arrebatar.