Solía no comprender a los envidiosos, hasta que me volví uno de ellos…
Envidio a los que aman y a los que son amados… y aún más envidio a los amores correspondidos…
Envidio a los que olvida, sobre todo a los que olvidan rápidamente… envidio a los que no anhelan a los pobres de espíritu; porque para ellos esforzarse no vale la pena, ni pierden energía en ello…
Envidio a los que se dejan vencer, a los que se resignan, porque no se esmeran como yo en luchar por alcanzar algo que tal vez nunca tengan…
Envidio a la gente vana, que encuentra en su vanidad su razón de ser… ellos no rompen su mente en intentos infructuosos de descifrarse y tratar de comprenderse…
Envidio a los que se sacrifican, los que suelen olvidarse a sí mismos porque otro más sea feliz… los envidio porque yo aún no he logrado hacerlo.