No te duermas con sed, te digo
mi alma oí gritando,
había escapado
de mi cuerpo su gran castigo.
Me levante a buscarla,
trataba de salir por la puerta
y aún no dejaba de gritar,
harto trate de callarla.
¡Y no paraba, seguía gritando!:
¡sed, sed, sed...! ¿de qué? Grite enfadado.
Volteó me miró y con voz lugubre
empezó a gritar, a gritar tu nombre.
Con una risa aún más lugubre
esta vez si logré callarla
se atónito de mi burla pronto
aclaré su incertidumbre.
¿Ella es, alma mía, tu excusa
que me interpones
por tus acciones
realizadas por pensar en tu pesar?
¿No es solo un capricho,
el tuyo, al quererte ir a buscar
a quien de dolor te dejo pecar?
¿Por dolor dejas mi techo?
Mi alma no me respondía,
su mirar estaba quieto
cuando empezó su llanto,
un llanto que lento corría,
El amor no es una tristeza eterna
cuerpo mío, hermosos momentos pasamos
a su lado y ¿hoy infelices eramos?
¡Mentira, tu mentira que me aprisiona!
No te duermas con sed te digo,
mi alma temprano madrugo,
anhelaba estar contigo.