Cuando el día precioso cierre su cortina
Y la noche se bañe de majestuoso firmamento,
Y la luna incite mi sangre que trascienda
En el llamado nocturno de mi celo.
Aullidos de bullicio por un bosque denso,
Suplicios encantados que estaban silenciados,
Despiertan del letargo en que prisioneros,
Sofocados en la espera de su hembra perdida.
Solo en la espera he recorrido en círculos,
Los mismos pasos que una vez anduve,
Pero en vano he caminado buscando
Y al fin encontrarla, pertenecìa a otra manada.
No le culpo ni pretendo lastimarla,
La he visto contenta y felizmente ocupada,
Que entiendo que debo marcharme
Como llegue sin ser visto.
Cantare esta noche de luna llena,
En solitaria penumbra donde mi alma vaga,
Donde recorran mis pasos otros senderos
Donde aúllen mis ruegos y plegarias de amor.
Donde mis sentimientos resurjan en mi mismo,
Donde la autoconfianza renazca en soledad,
Donde se desnude este afecto guardado
En garras y sangre de lobo iracundo.
Cantaré a la luna en medio de madreselvas,
En riscos de peñas cautivas del silencio,
En vírgenes lugares me apartaré desde ahora,
Para cantar con mi llanto y mis quimeras.
Porque aunque lobo parezca por fuera,
Siento como el hombre mismo que se entrega,
Por fuera y por dentro de la piel que le cubre
Esta tangible fuerza de amar que me sosiega.
Y con la fuerza incandescente de mi estirpe
Y con la ardiente sed de alimentar mi fe,
Por encontrar algún día la senda propia
De abrazar y amar a la loba que me quiera.