Pobre de aquel pensador que pase sus noches en vela,
aquel ser solitario que creía ser consciente de la verdad
que los demás eran basura,
ya que solo él sabía saborear el dolor..
pobre de aquel, que le puso nombre y sentimientos a su almohada,
que abandonó su llama, incluso su cuerpo, para volar con su alma,
para caminar a ciegas,
preso del azar.
preso del sinvivir del sentir tantos sinsentidos,
de que por mucho que corra por el camino,
acabará en el olvido, y todo inevitablemente
se desvanecerá en la nada,
tarde o temprano.
Otro suicidio más del pensar
para qué sufrir, si al final
todo será en vano..