L. Roberto M. Uriostegui

Adiós mi amada

Llueve hoy siendo aun primavera amada mía,

como llovía cuando te vi por vez primera,

cuando tus ojos eternos fríos me miraron,

y tus manos benditas al fin me tocaron.

 

¿Recuerdas cuando mis mejillas besaste?

no mientas, quizás ya lo has de olvidar

que llovía amor, cuando tu me acariciaste

misma hora en que el sol se iba a ocultar.

 

Pero esta tarde mi amor, es diferente,

 primavera, no acostumbro a ver la lluvia,

y aunque sé, este adiós no es por culpa tuya,

definitivamente culpable soy de mi agonía.

 

Ya lo vez mi amor, que poco nos duró,

y hoy, hoy te digo adiós con esta lluvia

misma con la que todo ayer empezó,

acariciando tus mejillas,

las gotas de lluvia,

y un adiós.