Cien mil veces, -con acierto-
Que te has cruzado en mi camino,
Cien mil veces, -que lamento-
El no irrumpir en tu destino…
Porque ha sido grande mi zozobra
Al no preguntarte – al menos tu nombre-
Y seguir de frente, sintiendo la deshonra,
De sentirme en tus mirada, y saberme tan inerte…
Pero imagino, cómo eres tú en realidad
Radiante como la luz de tus ojos,
Llenos de ternura, que inspiran piedad
Siendo para la sombra el cerrojo,
Y abriendo tu sonrisa, de par en par…
No puedo equivocarme, - lo confieso-
Pues mi alma se conecta en tu mirar,
Y pienso en ti, como el posible comienzo
De mi gran sueño, de poderte amar…
Por eso no me importa que pases cien veces
O cien mil veces, así como al azar,
Y a pesar de todo, y aunque sea en mi mente
-las mismas cien veces- te intentaré Besar…
Pero llegara el momento –amor esperanzado-
Estando frente a frente tu mirada con la mía,
Que el niño de las alas, con su arco preparado
Te encone en una herida, mi amor inesperado…
Y le nacerá una duda, al niño de la flecha
Al ver sin tal efecto, su tiro en mi acertado
Y comprenderá entonces que sin saber la fecha
Tu amor y tu mirada, ya se me habían clavado…
Arturo Domínguez. –Derechos Reservados- Enero 2014.