Me figura que aquella mujer de mi idolatría es una marinera...No imagino que pueda tener otro oficio.
Eso explicaría el porqué no me encuentra, aunque yo, como estrella, estoy en el firmamento de la humanidad, tiritando, dando señales de auxilio, guiándole por el camino acertado, seduciendo y apelando a su lado de cartógrafa; y ella, justo cuando yo brillo para ella, es abatida por una ola, o alguna ballena blanca con nombre de obsesión y de locura. Y no podrá seguir el faro de mi llamado y no verá mi luz, y chocará contra las rocas...
...o tal vez es ave, y yo, simple luz intermitente que brilla sobre su cabeza, muy lejos de su vista.
Si es esa a quien he de entregar mis astros, si es en quien voy a eclipsar la vida que me embriaga en soledad y me obliga a vomitar sonetos y prosas, si es ella, deberá conocer el cielo de memoria, y aún así, seguirlo disfrutando y escrutando hasta encontrarme. Soy muy cambiante y mi órbita gira aleatoriamente; pero si he recorrido el universo de la soledad, y he gastado mis pies de tanto trote sobre la nada, y mi pecho ennegrece de tanto fumarme su ausencia, siendo así, ella aun deberá estar mirando el cielo.