Prendo una vela blanca,
tanto en invierno como primavera
para el pronto regreso
del amor que mío era.
Aquel amor que se ha ido
una mañana de enero
con un ligero vahído ,
sin abrigo ni sombrero.
De más está decir el añoro
de tu inminente presencia
para que con lanza de oro
asesine tu ausencia.
Tu amor no ha muerto ni ha cedido
como el tiempo ha de creer
simplemente se ha ido y
algún día va a volver.
Ya es una eternidad
prendiendo velas marchitas
y garabateando un olvido
para merodear la marea.
Sin embargo, debo prenderlas
para mantener viva
la llama de mi amor
tanto en invierno como en primavera.