Ya no guardo esperanzas en nada ni en nadie, sin embargo no soy pesimista y tampoco un cobarde, soy escritor, recito frases en desgaire, no existe orden siquiera en el Ganges del universo y aun hasta de lo más inexplicable pueden surgir mil y un versos, soy un sacrílogo de la santidad que en el campo dispersó, dispersos y martires todos en un camino mezquino andando descalzos, somos momentos intensos, particulas particulares del espacio, la enfermedad del inicio y en hospicio el alivio del final, siempre y cuando satisfechos pero no del todo que no es natural el sortear la estancia sin penas, sean propias o ajenas, en zona prihibida y a falta de cena, comida para el alma y vida para el cuerpo, salidas con más calma y recuerdos del memorandum, encajando, conociendo, siguiendo el rastro, no del resto y en ristre el ristretto hacia el acto de mirar tranquilo al cielo tumbado en el pasto y bajo la sombra de un árbol hayar el compuesto que te haga contento al contacto.