Una noche que el silencio
dulcemente me envolvía
yo recordaba aquel día
lleno de paz y de amor.
Cuando en aquella primavera,
mañanita de Viernes Santo
nuestras miradas se cruzaron...,
tú, cumplidos los treinta,
yo, una joven quinceañera.
Nos enamoramos al instante
sin meditar en las consecuencias...,
tú, eterno amor me juraste,
yo, quererte sin reservas.
Testigo de nuestro primer beso
fue la fuente de la \"Teja\",
fueron cuatro años de novios,
de casados más de cuarenta.
Tú y yo y nuestros hijos
y más tarde nuestras nietas.
¡Hoy que lejano queda todo!
¡Ya no volverá aquella primavera!
¡Ni la mañanita de Viernes Santo!
¡Ni será testigo de nuestro idilio
la cantarina fuente de la \"Teja\"!
Tú en el cielo me estás esperando,
yo, soñando contigo en la tierra.
Fina