Sólo tú puedes entenderme,
habitante de la noche espesa,
errante viajero de la soledad,
sólo a ti puedo hablarte de la ansiedad...
para ti tiene sentido
la palabra ausencia, la palabra falta...
la expresión: no hay...
Caballero del silencio,
sentidos expuestos
que anhelan sedientos...
corazón que tiembla
(no late) queriendo
sus sueños poder expresar...
Deja ya la escucha
de truenos o vientos...
murmullos de hojas...
el tránsito ajeno...
distracciones muchas,
música, novelas y cuentos...
déjalos y atiende
mi cantar que tiene
tu mismo lamento:
“Traición... abandono...
y resentimiento...”
Toda una macabra
caldera del Diablo
donde se cocina
la poción más fétida
de tus sentimientos...
¿Venganza...?
¡qué palabra estúpida!
ni quieres ni puedes...
¡se ha pasado el tiempo!
Sólo queda el lento
y triste pasar
de los días grises
hasta el final...
Caballero fantasma
héroe del silencio,
que luchas la guerra
de la soledad...
no creas que estás sólo.
En una maraña de sordos felices
que dicen que saben para dónde van
(ignorantes idólatras de la prosperidad),
gritando hacia dentro su pobre verdad,
multitud de gentes llevan vidas huecas
(de fracasos, hilando memorias;
sus historias: una enorme rueca
que marcha hacia atrás...)
No creas que estás solo...
¡Hay un mundo lleno
de nuestra hermandad!