Si yo tuviera tus caricias,
tus besos,
no me haría falta el dinero,
ni la juventud, ni el tiempo.
Si yo tuviera tus brazos,
tus manos,
no me haría falta morir
para ir al Cielo,
ningún anhelo, religión
ni devoción.
No me haría falta el Sol,
porque tus ojos son su calor,
ni la luz, porque tú eres
su resplandor,
ni las estrellas, ni la Luna
porque tú eres fascinador;
tu seductora mirada,
es mi locura.
No me haría falta comer
porque el olor de tu piel
es mi alimento;
la fragancia que me embriaga.
Tus labios, tu boca, son la copa
del vino dorado de mis deseos,
mi elixir soñado
de juventud eterna.
No me haría falta la música,
porque tú eres
melodía y canción,
ni la flor, porque tú eres
su aroma, su perfume, su olor.
Si yo tuviera tu amor,
no me haría falta el agua
porque en tu cuerpo
estaría bañada,
colmada, completa, realizada.
Tanto amor veo
en tu corazón,
que tengo
que hacer un esfuerzo,
para no darte mil besos.
Jamás vi tanta bondad
y ternura,
tanta comprensión
y dulzura,
como expresan tus gestos
y tu hermosura.
De noche cuando me acuesto
a tus brazos yo me entrego,
en el roce de tu cuerpo
me encuentro
y envuelta en las nubes,
en paz me duermo.