lfbrunet

Eterna vida

Eterna vida

No recuerdo- en el medio solitario de la perdida-

cuando fue la primera vez, o cómo llegué a pensarlo.

Sólo sé, que un día imaginando una carta de mi padre

enviada a mí desde la cárcel de Pisagua

las siguientes frases fueron para mí

más que una constante, una eterna consigna por mi vida:

“… no quiero que mis ideas se queden sin voz,

no quiero que dejes de oírlas, es mi vocero,

son mis ojos, son el fruto del mañana. Es mi palabra…”

 

Aunque el papel de la carta en mi solemne imaginación

había perdido su forma y se alargaba a cuatro lados

pienso en él y en su imagen, como el límite inmortal de este papel

y como la cicatriz que crece en la flor del desierto de Atacama

lo recuerdo.

 

En mi espejismo

comencé a erguirme entre sus papeles en casa de mi abuela

entre los pedazos de cartón con versos olvidados,

entre su escritura pequeña y ágil.

Papi solía escribir todos los pormenores de su vida

y guardarlos celosamente en algún lugar de casa

En mi espacio limitado le grite.

¡Ayúdame!

¡No quiero que te asustes

si por algún motivo no escribo mucho de ti!

He envuelto algunos granos de tu vida

en un pañuelo

y con un hueco de tu ausencia

con lágrimas en los ojos

llego eternamente hasta ti.

Cada año te siento a mi lado

y traes el aire fresco

de la primavera recién estrenada,

busco tus ojos con nostalgia.

Tus ojos!

Es que apenas los recuerdo,

me crie en la tristeza de tu ausencia.

Resumida entre las manos extendidas un día,

vi con asombro la niña mayor.

El espejo me dijo que había creciendo

 y fue él que me reflejo el pensamiento de la vida.

Desde ese instante

sentí retener lo que pertenecía a otros

 a sus compañeros

a los trabajadores

a los estudiantes

a los niños.

 

Con mi pronta madurez laboriosa  

uní los recuerdos que pronto habría de separarnos.

Vertí mis lágrimas

y lo entregué al recuerdo

¡Al pueblo de Chile!

que recibió su sangre humilde

su sangre joven, llena de ardores,

deseos y esperanzas.

 A ese pueblo que alimento sus ideas                        

 haciéndolas fuertes y generosas

   entrego su eterna vida.