Yo caminaba descalzo sobre los adoquines
con los pies empapados de tus fantasmas
y conjugaba tus miedos en un presente perpetuo
mientras tus ojos se clavaban en el reflejo
de tu angustia sobre un triptico espejo.
Vos respirabas del aire que soltaba esta melancolía;
viciada de un recuerdo que no era nuestro
y yo no podía respirar más que pestilencia.
Tus fastasmas mojábanme los pies
y daban a beber de la hiel lo dulce.
Tus ojos se clavaron en el cristal del espejo
y el cristal era yo
y estaba frío
y estaba muerto.
Leonardo Torrez
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