jorgam

Lágrimas de verdad y sexo

Aquella mañana gris, llovía tras los cristales

y llovieron tus ojos, más acá

mecidos en mi pecho ronco de tabaco y pesares.

La tormenta azotó tu aliento cuando mi corazón

explotó en un exceso de verdad

y delató planes de traiciones inconclusas.

Tu mirada dolida y confusa auscultó mis pupilas

en procura de un mero vestigio

de que fuese mentira la certeza confesada.

Pero mis ojos callaron y el dolor del silencio

sepultó la esperanza de salvar

la confianza ya muerta y sepultada.

Horas después vendrías, como hembra herida erguida

desafiando mi hombría, a batirte

como nunca en un duelo de sexo que no conocías.

Y como hacen las fieras, con tu fluído y el mío

marcamos un territorio, abrimos un camino

incierto y endeble, de imprevisible destino.