En una playa desierta paseaba una mujer
parándose a reclamarle al cielo lo perdido,
un hombre muerto en sus brazos
que es lo único que en su vida ha tenido.
Muerto reposado en sus brazos de dolor,
la chica y su llanto entristecían a las olas
el atardecer se estaba quedando sin color,
por fin podrían estar los dos a solas.
Pobre la mujer que se ha quedado sin amor,
como ligera la arena que entra en la caracola,
El ruidoso mar que ya no tiene sabor,
y inmediatamente se marcha llorando sola.