Era un día de sol…
Salimos a la puerta pintada de verde junto a la que ella
Le gustaba algunas veces retratarse,
Llevaba el vestido de florcitas multicolores que tanto me gustaba,
Y el amplio de la falda volaba despacito con el viento…
Se veía hermosa, en la dulzura de su juventud, y yo un pequeño,
Que asomaba a las cosas nuevas de la vida,
Llevado de su mano, atravesando las calles empedradas, irregulares,
Testigos también de mi júbilo frente a las maravillas de esa tarde,
Mamá, mama ¡¡¡…
La leche la he tomado, ya sabes que a veces no la quiero, le decía,
Justificando un apuro, y olvidando ese calor en mi garganta
Por la premura que tenía de vivir esa salida inolvidable…
Mama…mama…
Los deberes los hice muy temprano, no me reproches más,
He apoyado el cuaderno sobre la mesa, y desparramé los libros
A mi alcance para saber de más, solo por la promesa que me hiciste
De visitar ese país de maravillas donde vive mi infancia…
Vamos, no te detengas más en esas tiendas asombrosas
Llenas de vestidos y tacos altos, que papá ya te prohibió todos los espejos
Para que el brillo del cristal no pudiera mirarte…
Mamá, mamá…,
Y le tironeaba hacia las vidrieras de juguetes prometidos
Que siempre ambicionaba,
Quiero un rojo camión mama, o un trompo de cristal,
O ese juego de armar
Para jugar hasta tarde con los niños de al lado,
Mamá, mamá…, me gusta ese muñeco, el de los brazos que se cierran,
No me gustan los que hablan, ya sabes,
su voz metálica me asusta y el tono Monocorde
me recuerda al canario muerto en el fondo de la jaula…te acuerdas?
¿Ves esa paloma que nos sigue?,
Por qué no le dices que vuelva al palomar y
Que me deje soñar en esta tarde volando en aeroplano,
Ése que tiene un motor a cuerda y hélices que imitan a un relámpago,
Ya se hunde el sol, no te detengas, mamá,
Que tenemos que llegar a la avenida antes de que el ocaso hable con los
Árboles y las calles se llenen de sombras peligrosas, y ya no vea las flores
De tu vestido y el pelo se me vuelva oscuro y esté otra vez la cena demorada…
Las horas comienzan su danza puntual y frenética,
Y estoy aquí, tomado de tu mano, arrastrándote
En el tiempo inolvidable de esta alegría compartida llena de miel y soles,
Donde nos olvidamos de la compra, y terminamos sentados en el parque
Compartiendo… un delicioso helado.
Julio Casati