Por saber si eras tú a quien tanto amaba,
dibujé en mi ventana tu sonrisa
y el cristal se empañaba con tu brisa,
al calor que de ti me iluminaba.
Eras tú la que siempre me impulsaba
a sentir tu caricia tan precisa.
Y era yo, que esperándote sin prisa,
el que siempre por ti me ilusionaba.
Y por eso yo escribo con mi mano
en tu piel el poema más hermoso,
donde el verso estará siempre cercano
al saber que será maravilloso
ser tu rey, sin corona, soberano,
con mi beso de amor esplendoroso.
Andrés Mª Contel
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