Recordé su aliento helado,
cuando al mirarme
desde el otro lado de mi amargura
lanzo sobre mí
estrellas fugaces
miradas fantasmas
sombra de lo inevitable
Bajé los ojos,
esperaba que llegaran a mí
sensaciones de vacío
lágrimas de furia
sabores a rojo y hiel
La tormenta no se hizo esperar
desde lo más profundo me llegó:
la risa en su mirada
el rocío de sus labios
el amanecer de sus abrazos
Quise de nuevo tenerla, amarla
Quise de nuevo apropiarme de ella
Pero dentro, muy dentro
supe por fin que había ganado
que su lucha jamás se tornaría en derrota
supe también que nunca la perdería
Supe que siempre me quiso, que la quise
que era mía