Tienes que hablar con ella
como que es todo en tu vida,
como la mujer más bella
sobre la tierra concebida.
Desde el primer momento
en que la vez en el día,
deja en ella todo atento,
llena su día de alegrías,
haz felices sus pensamientos.
Envíale piropos
románticos a su mente,
que le caigan como copos
de nieve un poquito calientes.
Cuando ya muera el día,
y sea la hora de amarla,
sé como agua en su sequía,
asegúrate de saciarla.
Lee su piel, sus ojos,
capta lo que ellos te piden,
que no quede ni un despojo
que tu hombría no olvide.
Hazla sentirse llena
mucho más de una sola vez,
que no puede estar más plena
si no es en tu cuerpo tan soez.
No te preocupes por ti,
no pienses en tus anhelos,
si ella es en tus brazos feliz,
va a hacer que veas los cielos.