Vicente Martín Martín

Algún día también

Algún día también

se llenarán de música las tintorerías y bailarán los árboles de los manicomios

al son de una bandada amarilla de lagartos

y no estará mal visto llevar en los bolsillos golondrinas

ni escribir telegramas con un lápiz de labios,

algún día también

se escuchará una ráfaga de termos y cisternas

y estallarán los grifos destrozando los sueños con los últimos

retratos de la infancia,

será

la hora exacta en que los príncipes se aparten de las puertas giratorias

y aparezcan por fin los desterrados en bugattis suicidas

con chandals de poliéster,

zapatillas marxistas

y una abuela minera con gafas de Hugo Boss.

Y cambiarás tu nombre que huele a ramera chovinista,

te dirán Vladimir o Katherina,

y te sorprenderás

al saber que tu estirpe estaba inscrita en la base de un glaciar.

Porque entonces

dejarán de asomar los vagabundos por los hornos de pan recién oliendo

a anís y madrugada,

cruzarán los tranvías si parar en otoño y es posible

que aparezca danzando un monaguillo con el báculo arzobispal.

Y ese día, por fin, nos sentaremos desnudos sobre un péndulo

con tacones de aguja,

ahuyentaremos todos los fantasmas mediáticos

y seremos así, como una orquídea que crece incandescente entre los restos

de un mercado de abastos,

como un canto mí mismo*, y es que a veces la vida

se parece a un poema. Y un poema

concluye cuando a un ángel se le caen de maduras las alas.

 

* Ref. a Walt Whitman