El fuego de mi alma se apaga poco a poco.
Me bendices, me enjabonas, y me dejas dormir.
El viento ya no sopla y el hielo se derrite,
en tus manos manchadas de temor.
¡Y es que grito y no me escuchas!
es que no me sientes, es el desencuentro.
Mañana despertaremos al olvido,
le invitaremos una copa y le haremos el amor.
Juntos los tres, solo los tres,
y acabaremos con tanta indiferencia.
Se acaba el mundo, se acaba mi mundo de ti,
ya nada me despertará en la mañana
y cuando caiga la noche no querré dormir.
Lemos Maximiliano Daniel.
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