De Gaviota Romero Blandino
El tiempo pasa rápido, como una ráfaga de viento imprevista.
De adolescentes, pensábamos que los treinta, ¡qué lejos nos quedaban!
No nos era posible comprender que pudiéramos ser en un futuro,
como aquel abuelo, o abuela, con sus manos arrugadas y temblorosas.
Que mirándonos a los ojos nos decían.
Cuando seáis padres y luego abuelos,
comprenderéis mejor a los ancianos, y sin que os deis cuenta,
como un rápido tren, como el agua se va de vuestras manos, el tiempo abra pasado.
Pero pensar que lo que hayáis sembrado, será en vuestra vejez,
ese baluarte que os ara dichosos o infelices.
Pero lo más importante, mientras estéis vivos, es atesorar el amor que no es celoso, no se regocija en la maldad, todo lo cree y todo lo soporta, el amor nunca falla.
Bueno, pensábamos, mientras tanto disfrutemos de la vida, que a la vejez ¡le falta todavía!