I
Es natural sentir terror de levantar el telón
Al intuir que el Amor se ha ido de la escena;
Al abrirse, la confusión reina,
Somos extraños sin nombre.
Los años se aglutinan en un sólo recuerdo,
El Presente, anuncia el primer acto:
“ y que la era de la ausencia esté con ustedes...”
Las luces tiemblan, mueren:
“Sombra son y en sombra se convertirán”;
La oscuridad se extiende por latitudes íntimas;
Nos crecen camposantos, baldíos de ansias.
Usamos vicios como candiles… la cordura huye;
Dejamos de ser alguien que nunca conocimos en realidad.
Vendemos el alma o lo intentamos
Sin pensar en el destino de la conciencia-desalmada
del cuerpo des-almado ;
Ignoramos que sin ella, los sueños son laberintos del deseo con insidia.
Muta la voz.
Se improvisan lenguas para invocar sexos arcáicos;
Se afilan palabras en la punta del sollozo y se lanzan al aire
Con el anhelo de atinar al amor en su huida.
Nada lo detiene.
La ausencia muerde.
La Vida clama brotar por las venas.
En el cuerpo hay un motín de voces,
En los sueños minotauros acechan la conciencia,
Alma y cuerpo ocupan espacios distintos,
Al cuerpo lo reclama el mundo
Al alma el dilema...