La imagen del ser amado,
siempre la llevas a tu lado,
en tu mente está presente
aunque estés entre la gente.
Cuando agobian los problemas,
pensar en él te da fuerza,
eres capaz de mover montañas
y unir el cielo con la tierra.
Cuando lo ves te estremeces
y te sientes en las nubes,
lo contemplas y lo adoras
y te sientes una diosa.
Si te toma entre sus brazos,
sientes un gran amparo,
un incondicional apoyo
para hacer frente
a los obstáculos.
Pensando en él
se van las penas
y se alivian las tristezas.
Cuando te telefonea,
el corazón salta de gozo
y te devuelve la alegría,
con sus sinceras palabras
de ternura y de dulzura.
Tener a tu ser amado
es el mayor bien
que hay en la tierra.
Feliz es,
el que esa bendición encuentra,
no se consume en la espera
y no sueña con quimeras.