Esa tarde la princesa en su carruaje
deslumbró en la iglesia,
era su vestido blanco como mis lirios,
diadema de capullitos
exaltaba su dulce inocencia.
Sus ojitos brillaban felices
iba a recibir su bautismo.
Hilvanando una poesía
mi embeleso la sostenía.
Una paloma blanca
se posó en sus manitas,
Jesús le abrió sus puertas
con su agua bendita.
Como los angelitos daba brillos
su sonrisa de rosita,
miraba con alegría
a toda su embelesada familia.
¡¡AY , mi SAN JUAN natal!!!
En tu tierra la bautizamos,
eres mi provincia amada.
Por nuevos recuerdos
yo vivo encantada....