Cuerpos desnudos,
sudorosos
de excitación tiemblan.
Enmarañados forman una ligadura
uniendo bocas de deseo.
Manos traviesas examinan,
acarician de lado a lado
carnes exitadas.
Sus besos encienden
la hoguera del apetito carnal,
dejando ver el camino que lleva,
hacia la seducción del pétalo abierto,
húmedo, de olor erótico,
remolino de la vida,
escondido bajo el monte venusino.
Dedos arrebatadores
exploran el secreto rojo de la flor
y de la carne.
Con sobeteos ardientes,
encuentran la frondosidad del paraiso.
Se estremecen los amantes
estrujándose con delirio,
gimen sus gargantas sonidos confusos,
sus pechos suspiros exhalan.
Desguanzados y satisfechos quedan,
la batalla ha terminado.
Los enamorados en desmayo permanecen.
Abierta queda la flor,
sometida y tranquila, la espina.
bambam