Solíamos observar el cielo, muy abrazados,
parecía a veces que hablaban las estrellas,
claro, en un cielo con astros en todos lados
era complicado entender lo que decían ellas.
Vimos una noche un gran cometa pasar
y enamorados al fin, promesas hicimos,
hasta que ese cometa nos volviera a visitar
amarnos con el alma ambos prometimos.
Todos los cometas tardan años en volver
y éste que vimos no sería la excepción,
era muy emocionante entonces creer
que iba a durar muchos años la pasión.
Eran promesas y no se valía no cumplir,
cumplirlas era ya una cuestión de honor;
en ese cometa prometí que iba a escribir
y en todos ellos te hablaría de mi amor.
Tú por tu lado hablando de idas y regresos
de aquel radiante cometa veloz y viajero,
prometiste enviarme en su cola mil besos
y en su núcleo esa foto que tanto quiero.
Teníamos que alejarnos por cosas personales
y pareció apropiado el cometa para recordar.
Además los astros nos parecían los ideales
para esta historia de amor al infinito alargar.
Nos encantó esa noche volar la imaginación,
prometimos amarnos y algo así se respeta
y pusimos el alma y lo más puro del corazón
en el vuelo de regreso de aquel bello cometa.
Han pasado 70 años desde aquel mágico día,
estoy anciano y a duras penas esto escribo,
tal vez esperes al cometa en alguna parte todavía
y si me recuerdas, te preguntarás si aún vivo.
Creo que ambos en el tiempo nos esperamos,
yo te he extrañado y no te imaginas cuánto,
al bendito cometa tantas promesas encomendamos,
pero nunca creímos que se iba a demorar tanto.
Es una lástima, los dos ya hemos envejecido,
el tiempo vuela, de eso ninguna duda cabe.
Ya con 70 años más ¿te atrapa el amor o el olvido?
Creo que eso es algo que sólo el cometa sabe.
Allá en su vuelo van todos mis poemas escritos
y si están tus besos, eso no hará que me asombre;
te conocen en los espacios más lejanos e infinitos
porque a ese cometa… yo le puse tu nombre.
Poema original de Álvaro Márquez
Venezuela
Todos los derechos reservados
7/2/2014