Tenía una cabellera negra
como el profundo mirar de sus ojos
la luna palidecía alumbrando sus antojos,
era la primavera llegando hasta la puerta
Las aguas de su mar quietas
como las sombras de las aves yertas.
Era esa su silueta
Donde la vida se adivina.
Era esa mujer serena
mirando hacia el poniente,
donde el sol viajaba constantemente
El alba de sus auroras
entre los montes suaves
de sus pequeños senos,
de palpitar inquieto
con piel tersa y morenos,
tenia para sus sueños
el respirar tranquilo
esperando que llegara
a dominar sus destinos.