No es estar,
entre la espada,
y contra la pared,
su espalda desnuda,
todo su cuerpo,
como Dios te trajo,
a este mundo,
parece que la únión,
de dos corazones,
pueden formarce en uno,
nuestros dos corazones,
latiendo bajo el manto,
de sabanas tibias de esa cama,
sobre las tenues luces,
de esa habitación a oscuras,
de esas estrellas que nos bañaban,
ante las puertas de par en par
de esa ventana a cuadros,
y la luna la compañera fiel,
de nuestro momento juntos,
entre los dos,
que cada noche compartes sueños,
que en la mañana despiertas,
mirandose uno al otro,
que en plenas madrugadas,
pasan las horas haciendose uno.
Entre los dos.
Gdl.
01-02-2014.