De aquella tarde sonriente y diáfana,
no nos queda más que el recuerdo.
Y sí, tu me amaste y yo te amaba
pero hoy, hoy ya no nos queda nada.
Ahora pesa dentro de mi tu gran mirada,
el brillo de tus ojos, tu nariz, tu pelo...
y tu reacción cuando estabas espantada,
aunque salgo, lloro, te busco y no te encuentro.
Justo ahora que no estás junto a mi,
recuerdo nuestra realidad mareada
nuestro ímpetu equívoco de mentiras
nuestros miedos pasar por nuestras vidas.
Hoy que estamos más que distanciados,
no nos queda nada más que amarnos:
a lo lejos, con una risa cruel y abandonada
aunque te sientas triste... o abrumada.