¿Podrá hilvanar el azar
tus pies atezados y lejanos
con mi camino oblicuo?
La ansia hace frente al recuerdo
para no ser olvido.
Esta inquietud de quererte...!
Ya siento tus manos
desterrando el paraíso
que arrojaste y boga en el invierno.
Tendrás aroma de fruta marína
forma de espuma agitada,
serás cristal espinoso
y cenit de mi marea nocturna.
Nuestras piernas treparán,
como un espiral de hiedra,
hasta arrancar los pelos a la pasión.
Pero no vires el azar
para que no parezca esto
una traviesa utopía.
Porque tal vez ni tus piernas de alabastro,
reconoceré,
mi Afrodita felona;
ni tus senos empolvados por otros besos,
ni tu boca de uva, anclada en mis pupilas.
Quizá sienta
a tu voz endurecer otro nombre
y a tu mirada galopando llena de heridas
... y entonces parecerán nuestros sexos
dos anónimos.