Garlopa, es esa palabra moribunda
que a fenecer se resiste y que galopa
en las muy hábiles manos del artista
que sobre la madera la desliza y frota.
A veces la garlopa resopla furibunda
cual soplido del contrabajo en la ópera,
nada hay que a sus garras se resista
y nada que se interponga si resopla.
El cepillo, ese aprendiz de carpintero
mucho más joven, alicorto y timorato,
tu te aplicas con más tímido arrebato
a la hora de resbalar sobre el madero.
Yo. en este acto virtual te entierro aquí
junto a la gubia, al formón y el berbiquí,
más no sufras, garlopa, no estás sola,
contigo hoy entierro el puchero de la cola.