─¡Ah! ...y te casaste.
¿Tú? que decías que solo éramos esqueletos cubiertos de carne.
¿Recuerdas cuando nos echaron de la iglesia? Te empeñaste
en que nos besáramos, de lengua, ahí delante de todos a mitad de la homilía.
¡No llores mujer!
Razón tuvo tu padre, envés del santoral, sacó tu nombre del cuadernillo del hipódromo.
No, no llores… siéntate aquí en mi lapida.
Ja ja... ¡Mira! ¡el cura! casi cae dentro de tu fosa.
por: matteo 09/02/2014