Qué rápido acabó el sueño,
aquel que tu mirar despertó,
caí en el abismo de tus ojos,
desde entonces perdida estoy;
tan sólo fue el espejismo
de una remota ilusión.
Eso me dice la razón,
más mi terco corazón
no se somete al destino
que me obliga al olvido.
Tú en mi alma estás escrito
contra eso
nada puede el destino.
Días y noches sin rumbo
de enloquecidos suspiros,
deseando que mi vida
yo a ti te pueda entregar,
descifrando en las estrellas
si tú lo permitirás,
preguntándole al oráculo
si tú un día a mi vendrás,
queriendo encontrar un signo
en la infinidad del tiempo,
dedicando una oración
al eterno firmamento,
pidiendo a los angelitos
las flechas de Cupido,
suplicándole a los vientos
que te lleven mi recuerdo.
Desde que me vi en tu mirada,
por ella vivo embrujada,
y no quiero despertar.