Ayer pensé que amarte no debía
y no te amé quizá porque no quise,
pero este sentimiento que malquise
sin yo saberlo mí alma carcomía.
Tal era el fuego que en mí ser ardía
que imposible es ahora lo precise,
por más explicación que hoy improvise
narrar tanto dolor jamás podría.
Qué absurdo es todo aquello que ayer hice:
un sentimiento limpio desdeñé;
suplicio es esperar que cicatrice
este intenso dolor que me causé.
Irónico es que ahora valorice
aquel hermoso amor que ayer trunqué.