contrariadas, imperceptibles, espigadas
han crecido
en fuga tortuosa, ahogada, marchitada
(y con ella, mi fuga)
por cada espacio descuajado de un espacio
(del mismo modo que viví,
yo, mujer desarraigada)
tanteando tropezar inútilmente
con los frutos de mi infructuosa vendimia.
Colecta condenada
a dedos ensangrentados
despojada de frutos sepultados,
rezumados en la tierra impenetrable.
Merezco el gozo
de una tierra que me hospede.
Busco mi gruta.
Reclamo mi fruto.