Están nubados tus espejos,
rojizos y lastimados,
a la herida indeleble
lagrimas deslizadas en tus pestañas,
huele a destierro y cenizas,
déjame secarte en mis brazos.
Los nubarrones pintados de oscuro,
decrecen en lánguido palpitar del iris,
incandescencia de llama y ardor
ciñendo el dolor en tus parpados,
consumiendo la escaza risa
que palidece en las auroras.
Tanto sufrimiento aturdido en el lienzo;
el lienzo de tus ojos esta deslucido,
eres como el arte de escultura angelical,
a veces divina, a veces invisible,
estás en la neblina que opaca tu imagen,
tus huellas de miel quieren bañarse
en la acidez espesa de la amargura.
¿Acaso no hay mares que contengan tu llanto?
¿Acaso mis labios no pueden secarte la lluvia?
Llorar y llorar en tus goticas de mar,
desahogar en voces de nostalgia
es la salida a tu encierro de niña.
No me hagas llorar en la nota sensible,
quiero pintarte la mirada gris,
quiero robarle colores al arcoíris
para colgarlos en tu mirada.
Así como lucen las orquídeas
perfumadas y coloridas
quiero vestirte radiante de alegría,
falleciendo la melancolía,
desluciendo a la tristeza,
¡qué brillen tus ojos por siglos y milenios!.