Puestas las bocas en el oficio del beso,
la noche que abre cerco al sentimiento,
tiempo ganado que asegura desvelo,
momentos que dan cuerpo al deseo.
El recurrir de los amantes
dando batalla al vacío de la cama,
y los hilos de luna que penetran por resquicios,
hieren la oscuridad iluminando las pieles;
pieles que triunfan en sus encuentros....
Más el alba, llega siempre tardía,
coge ya la soledad de un quieto lecho,
pero goza en su naciente luz
con la paz divina, con el fin del éxtasis,
cuando el sueño gobierna aquellos rostros,
empeñados en el sabor de paz que han ganado.