teresa ternavasio

DON GONZALO

DON GONZALO

 

Paso lento, por la plaza, una tarde la encontró,

Miró sus ojos castaños, y de ella se enamoro.

Gitana, bella morena, alegre, no tiene penas

Altiva, como una reina, contonea su faldón

 

No sabe que Don Gonzalo, de ella quedó prendado.

Y las noches, no son noches, sino la tiene en sus sueños

De ella se siente dueño y se supone  amado

Pide a la luna,  le diga, que está como embrujado

 

Apostado en un farol, piensa volverá a pasar,

Espera horas, muchas horas Porque el tiempo

es aliado, del varón enamorado.

Hoy no vino, mañana, quizás, se pueda dar

 

Fabula que lo conoce, también se muere por él,

una boda con panderos, como quieren los gitanos,

un viaje por ancho mar, que nunca podrá acabar,

un hijo, con la mirada, de su dulce enamorada

 

Las palomas revolotean, tal vez quisieran jugar,

Pero él, ya resignado, comienza a suspirar.

Entre el perfil de las rosas, cree,  la puede ver.

Frunce el ceño angustiado, la esperanza a perder

 

El domingo, día de fiesta, estará con un clavel

¡Y es ella!, como lo dijo, tal vez presintió a él.

Temblando como un chiquillo, se arrimó con desconcierto

Tocó la piel de su brazo, para ver si era cierto.

 

Graciosa, volvió su rostro, contempló con extrañeza

Aquel hombre de años, que la miró embelesado.

Curvó sus labios de fresa, mostró sus dientes de perlas

Y las palabras que duelen “¿lo conozco, yo señor?

 

Gitana, bella morena, por ti  muero de pena,

Te conocí una tarde, jamás te pude olvidar.

Pido, por un momento, podamos conversar

Diré lo que mi alma siente, ¡este amor que no es reciente!

 

Se fue la suave sonrisa, de la cara que era espejo

Del sabor de la ternura y la canción que murmura.

“Yo no lo quiero señor, porque tengo otro amor,

Entregué mi corazón, a quien me ha desposado”

 

Tocó el ala del sombrero y se fue por el sendero,

Con él va la tristeza,  eterna compañera

Buscó en el jardín, las rosas, y encontró las espinas,

Feo  destino el suyo, sin nadie que lo quiera

 

No se lo cuenten a nadie, mirando las estrellas, dijo

“No quiero cariño robado, además no soy amado”

Lo venció el desaliento y sin encontrar razón,

Clavó  en su pecho un puñal, que le llegó al corazón.