Por más que insistan, jamás entenderé por qué razón
cuando los seres humanos venimos a este mundo,
sujetos a las veleidades del azar, sin ton ni son,
los hay que ya se consideran propietarios del terruño.
Arguyen que de su patria las diferencias son notorias,
presumiendo pertenecer a un pueblo superior y diferente,
aducen para ello disponer de una lengua y una historia,
que se sienten oprimidos y que luchan por su gente.
Aunque lo nieguen, racistas son, capaces de matar,
sin importarles si mueren mujeres o niños inocentes,
de sentimientos ausentes, no los van a condenar,
obsesionados, la reflexión anda ausente de su mente.
¡Iluminados! gozan del favor de muchos correligionarios
que los reciben y aplauden como si de héroes se tratara,
cómplices son de sus crímenes, algunos son totalitarios,
si alguien no les sigue o deja de alagar, allí no pinta nada.
¿Donde anida esa obsesión para que sus vidas sacrifiquen
en pos de una utopía? ¿Para hacerlo de su vida la razón?
¿Por qué esa sinrazón? Marionetas son en esta pretensión
de políticos que aspiran a ser reyes y ahora son caciques.
Incapaces de pensar, a si mismos se proclamarán idiotas.
Otros que a pensar se niegan se convierten en fanáticos.
Cobardes, que pensar no quieren porque no tienen pelotas
o el tiempo dejan pasar sin mirar intentando caer simpáticos.
¡Humanos aunque no lo parezcan son los nacionalistas!
simples cigotos que nacen, crecen, se reproducen y mueren,
lo único que a ellos les diferencia del resto de la lista
es que les han inoculado el odio y la exclusión en su ADN.
La historia de un pueblo es la que es y volverla del revés,
es pretender retroceder en un intento de manipular su historia.
Al ayer sólo hay que mirar para de los desaciertos aprender,
lo que hay que mejorar, observar y guardarlo en la memoria.