A veces me pongo a meditar:
si cien personas asoman
un poema a leer
y solo diez le comentan;
¿Qué ha podido suceder?
acaso no valía la pena,
por no despertar ni desagrado
para un reclamo arrancar.-
Quizá la indiferencia
sea el más sincero calificativo
para una grave ofensa
al arte de versar
Tampoco puedo olvidar,
que de los diez que comentan,
muchos lo hacen priorizando
el ánimo de la amistad,
más que la calidad
de lo que, lo escrito expone.
¡Entonces! ¿Por qué escribo?
quizá por masoquista,
tal vez para no llorar,
o acaso para gritar
lo que el corazón regurgita
sin ser capaz de plasmar.